Pasa uno tanto tiempo en un sitio que, a veces, no se acuerda de que existe. Es tan habitual sentarse en esos taburetes amarillos, colocar los libros y las mochilas en esas grandes mesas, se sabe uno ya que enchufes funcionan y cuáles no, donde está la pizarra y el fregadero, dónde se guardan los microscopios y las lupas...

...que no tiene uno constancia que las cosas se acaban y llega un día en que ya no hay que acudir a este entrañable y particular Laboratorio...

...siempre quedan,al menos hasta ahora, dos alumnos que repiten y repiten y repiten...esos dos que no hay manera de hacerlos bajar de los armarios a donde se han encaramado, cual murciélagos.
Pero, esos sí, no molestan y parece que están muy atentos...
En fin, que ya llego el Verano y, como decía ese viejo rockero de Miguel Ríos,
el tiempo del cambio...
saludos...
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